Cuando hablamos de desigualdad no podemos pasar por alto el coeficiente Gini. Ideado por Corrado Gini, se trata de un indicador de desigualdad, concretamente fue pensado para analizar la desigualdad en las rentas dentro de un país, pero se puede usar para realizar otros estudios de distribución.
Para que nos entendamos, el coeficiente Gini es un valor comprendido entre el 0 y el 1, por su parte el índice Gini, sería el resultado del cociente por 100. Un cociente cercano al 0, será un país en que apenas existen desigualdades, Eslovaquia y Eslovenia lideran la lista de países menos desiguales con índices de 20,9 y 23,2 respectivamente. Por otra parte un país con un coeficiente cercano al 1 será un país dónde hay desigualdades a todos los niveles, los países peor clasificados en esta lista son Sudáfrica y Namibia con índices que giran en torno a los 62 puntos.
A la hora de tocar el tema de la desigualdad consideramos tres factores que han condicionado en mayor o menor medida el recorrido de los países hasta nuestros días, son la historia, la cultura y la gobernanza.
El mapa de arriba muestra los países en colores en función de su índice Gini. Nos llama la atención que tanto áfrica como sudamérica están coloreado en tonos de rojo a diferencia de zonas como Europa, Oceanía o parte de Asia. Si bien es cierto que la actualidad de los países que ponen las zonas citadas en rojo no es favorable, algunos pensamos que esta situación es en buena parte resultado de una historia concreta. En el caso de Sudamérica la colonización ya ha cumplido demasiados años como para relacionarla directamente con los altos índices. Por su parte, áfrica es un territorio que llegó a estar completamente ocupado por las potencias europeas hace menos de 150 años y dónde todavía algunos países mantienen estrechas relaciones con sus colonos. Reino Unido, Francia, Alemania o Portugal fueron algunas de las potencias que se repartieron en la conferencia de Berlín el ancho y largo del continente africano.
A partir de 1880, comienza una clara distinción entre indígenas y colonos, en algunos casos perdura todavía en países como Sudáfrica, dónde la población blanca descendientes de los colonos que solo representa el 8%, son poseedores del 72% de las tierras del país (datos del gobierno 2018). A comienzos del siglo XX las potencias europeas se impusieron sobre el territorio africano con intención de ampliarse pero sobre todo de establecer nuevos puntos de suministro de materias primas como oro, diamantes, petróleo más tarde y platinoides, coltán o cobalto hoy. El problema de la desigualdad aumenta cuando la única riqueza del continente era movida por los europeos fuera del continente, con este sistema toda la inversión se realizaba lejos de las explotaciones y evitando cualquier tipo de desarrollo y ampliando día a día la brecha entre unos y otros. Como herencia de ese sistema, hoy las empresas mineras más importantes del mundo cuya mayor parte de producción se encuentran en África, son de origen estadounidense, canadiense o australiano pero no africano.
Si bien es cierto que hoy las diferencias entre indígenas y descendientes de colonos no son tan drásticas como durante la colonización, en algunos países existen prácticas culturales que casi se podría decir que promueven la desigualdad. Hablamos por ejemplo del sistema de castas que existe de manera ilegal pero normalizada en la India.
En el libro más importante dentro de la religión hindú se recogen los detalles de este sistema que divide en cinco grupos el conjunto de la sociedad: brahman (intelectuales), los kshatriyas (guerreros y gobernantes), los vaisyas (granjeros y comerciantes), los sudras (obreros) y los dalits que son parias.
Aunque la relación de castas se aboliera 1950, más de 250 millones de personas pertenecientes a la comunidad hindú siguen rigiéndose por estas reglas. Según esta doctrina basada en el karma, el lugar que uno ocupa en la vida está determinado por su conducta en vidas anteriores. Por tanto, pertenecer a una casta está determinado desde el nacimiento y de forma permanente para el resto de tu vida. Por poner un ejemplo, un sudra nunca podrá desempeñar tareas organizativas de la sociedad o intelectuales como profesor.
Dejando de lado los aspectos culturales que determinan el presente de algunos territorios, volvamos a nuestro caso concreto. Por un momento pensemos en cuáles pueden ser las razones para que exista cierta desigualdad en zonas dónde ni la cultura ni la historia tienen un impacto tan fuerte.
Existe la teoría que relaciona directamente la desigualdad con la tasa de desempleo. Los gráficos siguientes muestran la evolución de la tasa de desempleo y la evolución para la tasa de desempleo.
Tal y como se puede apreciar en los gráficos, los niveles más bajos del índice Gini se encuentran en los periodos de menos desempleo que coinciden con el preludio de la crisis de 2008 y en momento de recuperación de la misma crisis, entre los años 2014 y 2017, dónde se aprecia una caída de la desigualdad y del paro, consecuencia de una reactivación de la economía durante ese periodo.
Por lo tanto, dentro de nuestra zona, la principal preocupación debería girar en torno a la creación de empleo. De forma simplificada podríamos establecer tres ejes sobre los que funciona el empleo, la formación, las condiciones y la situación económica general. Una educación de calidad prepara a los directores y operarios de las empresas que compiten en el mercado global, teniendo en cuenta la escala, hace falta tener a los mejores para que las empresas sean lo más competitivas posibles. Si bien es cierto que el retorno sobre la inversión tarda un tiempo, es necesario un proyecto de larga duración y actualizado a las necesidades del mercado.
En cuanto a las condiciones, el 99% del tejido empresarial en España se compone de PYMES, ellas mismas suponen el 65% del PIB y el 70% de los puestos de trabajo, a pesar de estas cifras, estas empresas son las más frágiles y vulnerables ante cambio como los que se realizan habitualmente cada cambio de legislatura. Los empresarios, grandes o pequeños necesitan un entorno estable y seguro, que permita realizar proyecciones a futuro.
Por último, hacemos referencia a la situación económica del país, se trata de un factor independiente y que las empresas no pueden controlar pero que les afecta directamente. Concretamente en el seno de la unión europea, instituciones como el banco central europeo, establecen directrices para las economías adheridas con las que tratan de reducir el impacto de los ciclos económicos y que inevitablemente afectan a las empresas.
Tal y como vemos, las razones para que la desigualdad permanezca son distintas y en ocasiones varias al mismo tiempo según el territorio en el que nos centramos. A día de hoy se trata de un tema considerado en casi todas las propuestas electorales de los políticos, también, ONG u otras organizaciones tratan de frenar la desigualdad con iniciativas de menor magnitud pero que ayudan igualmente a ciertos grupos desfavorecidos. A la vista de los datos que arroja el mapa de desigualdad podemos declarar que independientemente de la zona del planeta, la desigualdad está presente, es claramente una tarea pendiente que habrá de abordarse de manera particular por países o conjunta en el caso de grupos como la Unión Europea, la ASEAN u otros agrupamientos.